La quisquilla de Motril y sus calibres

La quisquilla de Motril y sus calibres

La quisquilla de Motril se vende por calibres, una medida que indica la cantidad de quisquillas que caben en una libra (1 libra equivale a 453 gramos). Si té preguntas por qué no medimos en kilos los calibres de nuestra reina de los mares, la respuesta es que este sistema de medición se inventó en Norte América, con el fin de organizar el tamaño de los crustáceos. Y ellos lo miden todo en libras. Pero lo importante es que entiendas que a menor calibre, mayor será el tamaño de la quisquilla. Por ejemplo, la fracción 26/30 significa que, si compras 453 gramos de quisquillas de Motril, tu pescadero va a echar en tu bolsa entre 26 y 30 quisquillas. Es decir, que si compras un kilo, tendrías entre 70 y 80 quisquillas. De este modo, es fácil entender que cuanto más grandes sean las quisquillas, menos unidades necesitarás comer para saciarte. O no, porque son un auténtico vicio.

¿Por qué (y cuándo) debemos tener en cuenta los calibres a la hora de comprar quisquillas?

Este dato es especialmente importante para cocineros y restaurantes dedicados a la alta gastronomía. No nos cansamos de decir que todas las quisquillas de Motril, independientemente de su tamaño, son una delicia. Los calibres entran en juego cuando el componente estético de la quisquilla es de suma relevancia, a la hora de su presentación. Una marisquería que vende raciones de doce unidades, luchará en lonja por las quisquillas de menor calibre que, además, suelen estar muy bien seleccionadas, ofreciendo todas un sorprendente tamaño y una cantidad de huevas azules que las hace aún más atractivas. El objetivo no es más que colocarlas sobre un plato y que brillen por sí solas. Esto es fundamental si van a servirse a la sal, cocidas o, en definitiva, en cualquier tipo de elaboración que tenga a la quisquilla de Motril como absoluta protagonista. Si vas a preparar un tartar, una croqueta o cualquier receta que implique desgranar la quisquilla y mezclarla con otros ingredientes, no tiene sentido que apuestes por una quisquilla grande. Además, a menor tamaño, menor precio. Un dato interesante, sobre todo, si buscas ahorrarte unos euros, sin renunciar a disfrutar del sabor de la reina de los mares en todo su esplendor. Es cierto que, normalmente, las quisquillas más pequeñas no son tan bonitas porque no suelen someterse a procesos de selección manual y, como consecuencia de ello, es fácil encontrar algunas rotas pero, repetimos: es una cuestión meramente estética. Los calibren no influyen en el sabor.

 

 

 

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